Una vez más en el tren a Cotos, punto de partida habitual de mis rutas.
Tras pasar por el Centro de Interpretación de la Comunidad, y dejar (y pedir) información sobre la ruta que pensaba realizar, inicio el ascenso.
El camino ya conocido en la primera parte de subida hasta el Mirador de la Gitana y más tarde, tras coger agua en la fuente Cedrón, hasta el puesto de Vigilancia en la zona baja de la Laguna, allí continúo subiendo de frente, cruzando el Arroyo de la Laguna, por el camino hacia la Laguna de los Pájaros. Subida no demasiado abrupta. Con el día tan despejado, se disfrutan unas vistas espectaculares de toda la vertiente Madrileña.
Poca gente y ningún bullicio, lo que hace la subida más agradable. A pesar de que la subida no es dura, pero debido a mi falta de forma física, debo para de vez en cuando para tomar resuello y llevarme algún recuerdo fotográfico del lugar. Un poco antes de acabar la subida, escojo un recodo a resguardo del vientecillo y doy cuenta de alguna de las viandas que me acompañan hoy, lamentablemente alguna finaliza su viaje en este momento.

Si las vistas durante la subida son bonitas, la imagen de la Laguna, como un espejo sobre el suelo, es espectacular, simplemente me deja sin palabras. La imagen del Macizo reflejado en la superficie del agua, sin un rizo ni alteración, es maravillosa. Recuerda las postales suizas de los grandes lagos y montañas alrededor.. Desde luego si me tengo que perder, que sea aquí, sin ruidos ni alteraciones. Merece la pena el esfuerzo de la subida.
Me gustaría quedarme más, pero me queda regresar al refugio, subiendo el macizo desde este punto por el Pico de los Claveles.
Inicio la subida dejando atrás la laguna, dispuesto a llegar a lo más alto del territorio madrileño. En el Centro de Interpretación, me confirmaron que el paso por el Risco de los Claveles tiene una pequeña dificultad técnica, por lo que tenía decidido rodearlo y continuar hasta el alto de Peñalara. Con esta idea subo, pero por desconocimiento del camino, terminé rodeando el Pico de los Pájaros y el Risco de los Claveles, aunque debo decir que el rodeo que dí creo que tuvo tanta dificultad técnica, como debe tener el Risco (según me comentaron).
El caso es que así lo hice, dejando para otra ocasión, el ascenso por los dos picos,
Las vistas del lado Segoviano, desde luego no desmerecen, en absoluto las que disfruté por la mañana. Es más, desde aquí tuve la oportunidad de ver volar un águila desde arriba. Algo que sólo había visto en televisión. Otra cosa que me llamó la atención es la cantidad de insectos (las conozco como mariquitas) que encontré en una parte del camino, hasta el punto que era imposible poner el pie en el suelo sin pisar alguna, pido mil perdones a la madre naturaleza por esto, pero fue del todo inevitable.
Tras un rato de trepar como una cabra, al fin llegué a enlazar con el camino hacia la cumbre, desde este punto ya pude continuar andando para llegar a otear desde lo más alto todo el territorio a mi alrededor, y desde aquí empezar el descenso hacia las dos Hermanas tras pasar por el monolito y ver alguno de los refugios vivac que hay diseminados por la zona. Un poco antes de pisar la cumbre de la Hermana mayor, me desvío para bajar hacia el refugio.
Como ya dije al principio, era un día propicio para no encontrármelo con el cartel de "aforo completo", pero nunca se sabe. El caso es que según avanzaba por la planicie que da acceso al refugio, vi gente en el mismo. Eran un trío de jóvenes fumando algo con sustancia, a juzgar por el aroma que había, y que desalojaron cuando vieron que me dirigía allí.
Bueno, cansado como un burro, pero feliz como nadie, estaba en el refugio, temperatura agradable, pero un aire que molestaba un poco más de la cuenta, toca sacar algo de ropa y sin problema. Disfruto de una taza de té sentado en la entrada del Zabala y admiro el sol ascendiendo por la ladera, dejando paso al reino nocturno. Aquí, a esta horas no queda mucho más que hacer, sino preparar la cena y estirar el saco para dormir.
El refugio no es un hotel de cinco estrellas precisamente, pero ofrece la comodidad suficiente para la gente de montaña. Cuando ya estaba medio dormido, me despertaron una voces del exterior y al abrir, impresionaban con los frontales, y un perro que llevaba un collar luminoso. Llegaban con la idea de pernoctar allí, peor no conocían el refugio, ya que al abrir, y verlo comentaron que era pequeño, el caso es que dado que ellos eran tres mas un perro y yo cuatro, decidieron hacer vivac y pasaron la noche fuera del refugio.
A la mañana siguiente, el despertar fue agradable a pesar del madrugón, eran las siete y media cuando sonó el reloj y saqué los brazos del saco, por cierto de nota (el regalo de mi cumple funciona de maravilla, con sus -30º de temperatura extrema pasé hasta calor) me vestí y salí a admirar el amanecer que tantas veces había imaginado. Inversamente a la noche anterior, la luz fue inundando todo el valle, bajando por la ladera opuesta a donde desaparecía hacia una horas. Al girarme hacia la parte trasera del refugio, me llevé otra grata sorpresa, había unas cabras pastando las pocas hierbas que aquí crecen. Sabía que existían pero nunca las había llegado a ver. Simplemente precioso.
Aunque sea una estancia rústica, el olor de un café aunque sea de sobre, es reconfortante. Tras desayunar y recoger todo (y como siempre meter en bolsa los desperdicios) empiezo a bajar hacia la Laguna Grande para coger el camino hasta el arroyo y descender por el camino de subida del día anterior. Otra vez parada en la fuente Cedrón para coger algo de agua y lavarme la cara. y continuar el descenso hacia el Centro de Interpretación para decirles que ya bajo sin novedad, llevarme agua de las fuentes del Cotos y coger el tren de vuelta a casa. Balance inmejorable para una excursión deseada hace tiempo, y tranquilizar a la family. Que eso de dormir ahí arriba lo tenían un poco de yuyu.