Hoy toca hacer una nueva ruta de las que tengo pendientes todavía. Se trata de subir por la Senda del Batallón.
Como de costumbre la ruta empieza en el tren y , ya desde Cotos coger la senda por la parte izquierda de la explanada. Enseguida me adentro en el pinar y sigo la ruta marcada en el GPS, que o yo no controlo bien, o tiene algún defectillo. Pero el caso es que como siempre, se trata de disfrutar a tope y por lo tanto aunque sea andando algún metro de más, se hace. al cabo de un rato de subida cómodamente arropada por la sombra de los pinos, la vegetación cambia y deja paso a matorral bajo, que ya no protege del sol, pero deja a cambio unas excelentes vistas.
El caso es que la subida se hace un poco más empinada por momentos y tengo que acomodar mi marcha al resultado de la inclinación y mi magnífica forma física, (en estas ocasiones los kilos pesan más) pero como se trata de disfrutar, eso no me lo quita nadie.
Al cabo de una rato llego a al zona de la antiguas trincheras de la Guerra Civil y no puedo dejar de pensar en los hombres y mujeres que estuvieron por aquí entonces, y no precisamente para admirar el paisaje. Las veces que recorrerian algunos la ruta para avituallar al puesto, y me viene a la mente la imagen de mi abuelo, al que obligaron a ir donde no quería (aunque no fue por esta zona) y lo que tuvo que pasar hasta que pudo regresar con su familia.
El caso es que estas piedras (y otras diseminadas por todo el mapa español) deberían servir para no olvidar lo que pasó y nunca más debería repetirse, pues al final sólo quedan en pie, las piedras.
Bueno, pero subí aquí para conocer el camino y satisfacer mi curiosidad, así que hay que seguir, el día está un poco raro por momentos, parece que no escapo sin alguna gota de agua, ya veremos.
Tras dar una vuelta por el lugar y subir un poco hacia el pico del promontorio, tomo el camino para subir a las Hermanas, que también es una subida para plato pequeño y piñón grande, y como no puede ser de otra forma, sin molestar alas lugareñas que están muy tranquilitas y no se meten con nadie.
Como me temía, alguna gota se empeña en caer, aunque no suficiente par hacer naufragar la jornada, El caso es que llego a la cima y comienzo el descenso por el camino, hasta llegar a la bifurcación al Zabala, adonde me dirijo para comer y sentarme un ratillo, y donde disfruté de la compañía de otra criatura del lugar, una lagartijilla que tomaba el sol de forma pacífica y a la que no molesté, por supuesto.
El caso es que después de aligerar la mochila, en lugar de bajar hasta la laguna, decidí regresar por el camino del refugio hasta la subida de las Hermanas y desde allí continuar el descenso hasta llegar a Cotos. La bajada no tiene más misterio que la comodidad de que todo lo que sube baja, y lo hice más rápido. Así que en un ratín estaba ya en el Depósito del agua y el Mirador de la Gitana. De ahí al tren, otra vez, y regreso a casa, hasta la próxima.