martes, 26 de noviembre de 2024

Ampliando Hobbies

     Hace mucho tiempo que mis hobbies han dejado de ser una parte de mi vida. Diferentes acontecimientos han paralizado esa parte que tanto me gusta, y lamentablemente, de momento no puedo pataer la sierra como me gustaría, de hecho en la pandemia cambié mis raquetas de nieve y aún no he podido estrenarlas, no pierdo la esperanza y espero que este invierno sea el del reencuentro con la nieve y las alturas. Por otro lado, por fín, he empezado a realizar otro que tenía rondando por la cabeza, el submarinismo. 

                                  


    Es cierto que tampoco el resultado es el previsto en un principio, pues los planes pasaban por practicarlo más a menudo, pero la realidad me lleva a tener pocas ocasiones de hacerlo, aún así lo disfruto con mucha intensidad cuando puedo hacerlo.

    Las sensacionse son totalmente distintas a cuando ando por las alturas,. La sensación de libertad, de que no hay nada que altere, porque los ruidos, el estres, las prisas... Todo queda fuera del agua. La ingravided te atrapa y se convierte en una comodidad extrema. Pero vamos por partes.

     Como digo, me rondaba hace tiempo por la cabeza la idea de hacer un curso de buceo. Siempre me ha gustado hacer lo que ahora se denomina snorkel, cada vez que iba a la playa, ponía a funcionar mis gafas,tubo y aletas para ver el fondo marino (a poca profundidad, eso sí) y ver los pececillos que se acercaban, siempre me parecía estar dentro de un acuario enorme y pensaba en poder bajar a más profundidad, recordando los documentales de la tele. 

    La diferencia grande con el senderismo, es que en la montaña los animales huyen de los humanos y tenemos que ser muy rápidos en reaccionar para poder verlos de forma fugaz. En cambio debajo del agua, los animales se muestran mucho más cercanos y confiados. Huyen, pero más despacio y se mantienen a una distancia en la que es posible admirarlos, y con paciencia y mucho mimo, poder llegar a interactuar con ellos. No obstante la regla de oro es, como siempre, no alterar el espacio natural, total respeto por el entorno y sus habitantes.

 Como digo, es una actividad que tenía en mente desde hace mucho tiempo, y por fín, gracias a un regalo de mi familia, hice el curso de Buceo en Aguas Abiertas (Open Water de PADI) en el verano del 2021. Tras un problemilla con mis abdominales, (el neopreno que me corresponde por altura, no da para guardar mi bombón y eso me provocaba problemas estomacales) pude completar  el curso, e ir cogiendo confianza poco a poco.

    Después de hacerlo, he repetido inmersiones, menos de las que me gustaría, en diferentes ocasiones y cada vez son más gratificantes. Este año ya bajé a 20 metros (siempre he hecho las inmersiones en la costa de Mazarrón y allí hay pocos sitios para bajar más de 10 - 15 metros), pero este año sí, pude bajar al límite que permite mi licencia y disfrutar de la experiencia de una forma más completa

Con todo, Sólo deseo poder repetir con más asiduidad esta actividad y compartirla aquí, por si alguien tiene cinco minutos y desea entretenerse leyendome.



lunes, 22 de agosto de 2022

Nueva ruta

     Hoy toca hacer una nueva ruta de las que tengo pendientes todavía. Se trata de subir por la Senda del Batallón.
     Como de costumbre la ruta empieza en el tren y , ya desde Cotos coger la senda por la parte izquierda de la explanada. Enseguida me adentro en el pinar y sigo la ruta marcada en el GPS, que o yo no controlo bien, o tiene algún defectillo. Pero el caso es que como siempre, se trata de disfrutar a tope y por lo tanto aunque sea andando algún metro de más, se hace. al cabo de un rato de subida cómodamente arropada por la sombra de los pinos, la vegetación cambia y deja paso a matorral bajo, que ya no protege del sol, pero deja a cambio unas excelentes vistas.

     El caso es que la subida se hace un poco más empinada por momentos y tengo que acomodar mi marcha al resultado de la inclinación y mi magnífica forma física, (en estas ocasiones los kilos pesan más) pero como se trata de disfrutar, eso no me lo quita nadie.

     Al cabo de una rato llego a al zona de la antiguas trincheras de la Guerra Civil y no puedo dejar de pensar en los hombres y mujeres que estuvieron por aquí entonces, y no precisamente para admirar el paisaje. Las veces que recorrerian algunos la ruta para avituallar al puesto, y me viene a la mente la imagen de mi abuelo, al que obligaron a ir donde no quería (aunque no fue por esta zona) y lo que tuvo que pasar hasta que pudo regresar con su familia.
     El caso es que estas piedras (y otras diseminadas por todo el mapa español) deberían servir para no olvidar lo que pasó y nunca más debería repetirse, pues al final sólo quedan en pie, las piedras.

     Bueno, pero subí aquí para conocer el camino y satisfacer mi curiosidad, así que hay que seguir, el día está un poco raro por momentos, parece que no escapo sin alguna gota de agua, ya veremos.
     Tras dar una vuelta por el lugar y subir un poco hacia el pico del promontorio, tomo el camino para subir a las Hermanas, que también es una subida para plato pequeño y piñón grande, y como no puede ser de otra forma, sin molestar alas lugareñas que están muy tranquilitas y no se meten con nadie.
  Como me temía, alguna gota se empeña en caer, aunque no suficiente par hacer naufragar la jornada, El caso es que llego a la cima y comienzo el descenso por el camino, hasta llegar a la bifurcación al Zabala, adonde me dirijo para comer y sentarme un ratillo, y donde disfruté de la compañía de otra criatura del lugar, una lagartijilla que tomaba el sol de forma pacífica y a la que no molesté, por supuesto.

     El caso es que después de aligerar la mochila, en lugar de bajar hasta la laguna, decidí regresar por el camino del refugio hasta la subida de las Hermanas y desde allí continuar el descenso hasta llegar a Cotos. La bajada no tiene más misterio que la comodidad de que todo lo que sube baja, y lo hice más rápido. Así que en un ratín estaba ya en el Depósito del agua y el Mirador de la Gitana. De ahí al tren, otra vez, y regreso a casa, hasta la próxima.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Cascada del Purgatorio

     Segunda salida en compañía de Amigos. En esta ocasión elegí esta ruta, que bajo mi criterio es fácil y sin dificultad (ya explicaré luego este punto), que aunque no conocía todavía, por lo que vi en internet no tiene apenas desnivel y el camino está perfectamente indicado, estupendo para seguir aprendiendo sobre el uso del GPS.
     Bueno, metidos ya en harina, el caso es que pasamos a recoger a los Amigos y nos dirigimos al aparcamiento del Monasterio del Paular. Punto de partida del día de hoy. La ruta prevista es ir hasta la cascada, comer por allí y luego de vuelta al coche dependerá de como se nos dé. El caso es que iniciamos el camino cruzando el Puente del Perdón, sin detenernos pues ya lo vimos la vez anterior,  y seguimos por el camino asfaltado hasta llegar al inicio propiamente dicho de la ruta a la Cascada y las Presillas que quedan en el camino. Como pensaba, la ruta transcurre cómoda, por un camino de tierra bastante ancho (cabe un coche de sobra) avanzamos por ella fácilmente, hasta que topamos con unas lugareñas a las que amablemente cedemos el paso.

     
     Y un poco más adelante, hasta esperamos pacientemente que los pastores conduzcan a su destino a otras parientes de las anteriores

     Parece que esto está hoy muy concurrido.
     Una vez que nos franquearon el paso, continuamos con buen paso (y esta vez sin nieve ni resbalones) disfrutando de la ruta y coincidiendo con algún caminante más que llevaba el mismo destino.
     Al cabo de un rato, llegamos al final de la pista ancha, y el camino comenzó a discurrir entre los pinos que pueblan el paisaje, siempre paralelo al arroyo del Aguilón, que contínuamente recuerda su presencia con el murmullo del agua entre la piedras
     Como siempre la caprichosa naturaleza nos muestra sus encantos  y en esta ocasión nos presenta este "candelabro gigante" que parece presidir el camino.  Continuamos la ruta cómodamente por las zonas preparadas al efecto mediante pasarelas de madera colocadas en  lugares estratégicos.
     Tras una marcha cómoda por el sendero de suave desnivel, llegamos al fin al remanso del río que precede a la cascada, el agua bajaba cristalina y tras dejar a la sección femenina en esta zona, nos adelantamos a ver la cascada y comprobar el estado del camino en esa zona. Sin mochila la pequeña subida es más fácil, y detrás de una enorme roca aparece al fin la cascada con el pequeño balcón a modo de mirador, donde, como es lógico, todos nos hacemos fotos.

                                                    Una  vez cumplido con el ritual de las fotos, empezamos el camino de regreso buscando un sitio tranquilo para reponer fuerzas y aligerar las mochilas. Así que, un trecho más abajo, nos acomodamos para comer y  disfrutar del entorno y el ronroneo del agua de fondo.
     Después de reponer fuerzas, continuamos el descenso, tomando ahora otro sendero marcado en el  mapa, y que nos lleva por una suave pendiente también, y de nuevo entre las habitantes de  la zona, hasta las piscinas naturales, que en esta época son de libre acceso y en cuya explanada había bastante gente con niños y perros. La verdad que en esta zona el baño debe ser delicioso en verano, pero  bullicioso a más no poder. Estas piscinas y el entorno, con la pradera de césped invitan a dejar pasar el tiempo sin más trabajo que escuchar los pájaros y ver pasar la nubes. Pero hay que seguir para llegar al coche, así que , seguimos el camino hasta llegar otra vez al Puente del Perdón y cruzar al parquing del monasterio, donde subimos al coche y volvemos a casa después de un día que, aunque amenazaba llovizna, quedó en estupenda jornada.                                                                                                        

   

miércoles, 28 de marzo de 2018

Primera excursión acompañado

     Bueno. Hoy fue la primera salida en compañía. Salida cortita, de quitar el mono, pisar un poco de nieve y comprobar que las caídas duelen.
     Después de que mi amiga Paqui insistiera en ir a la nieve y tras cuadrar descansos, se pudo organizar una salida, más de domingueros que de montañeros, pero bueno. El caso es que como sabía del estado de la nieve, organicé una caminata desde Cotos al mirador de la Gitana, para después ir a Rascafría a dar una vuelta por el pueblo y comer allí.
      Hoy toca coche y por lo tanto hay que llegar pronto o de lo contrario no habrá aparcamiento. Así que llegamos a una hora prudencial (tampoco es plan de levantarse a las seis) y aparcamos todavía bien aunque ya bastantea abajo en la explanada del parking. Mi amigo estrenaba bastones y había que usarlos. Al pasar por la parada del bus, tras avisar a las dos consortes que iban de casquera, primera caída, mi otra parte contratante pisó donde les había indicado que no lo hicieran y dió con sus huesos en el asfalto. Primeras risas. Empezamos a subir la todavía muy des0pejada explanada de los trineos y la sección femenina del grupo empieza a notar que lo de andar por la nieve no es como ir de escaparates, cuesta avanzar por lo helado del suelo y hay que estar atentos.


     El caso es que después de admirar el paisaje desde el mirador, las chicas se envalentonaron con seguir un poco más arriba, así que como donde hay patrón, no manda marinero, para arriba. Seguimos subiendo y disfrutando del buen día que hacía, la poca gente que transitaba por allí y las maravillosas vistas que siempre nos brinda esta zona.
     Llegamos por fin a un punto donde el camino empieza a empinarse un poco más en serio, y allí tras insistir, cedieron e iniciamos la bajada, punto en el que empezaron a entender que si la subida era fatigosa, con las condiciones del suelo, la bajada se hacía más complicada.                                                                                         Con más o menos cuidado, llegamos otra vez al mirador, y desde allí, continuamos la bajada hacia la explanada de trineos, donde ahora ya no cabía un alma. Todos los niños de Madrid debían estar allí. Que griterío. El caso es que este punto, la otra parte de la sección femenina también probó la dureza de la nieve helada y lo fácil que se pierde el equilibrio en estas circunstancias.                                                 Parada en la fuente para coger agua y de vuelta al coche para bajar a Rascafría a comer.                                                                                     Como no conocemos nada de la zona, nos dejamos llevar por la inestimable ayuda de los comentarios en internet y tras curiosear un poco, me decidí por reservar mesa en Casa Conchi, lugar que respondió perfectamente a los comentarios leídos (sobre todo en la ocupación, estaba a tope). 
     Ya que era pronto para comer, estuvimos dando una vuelta por el pueblo, tras ingerir unas cervecitas en una terraza donde disfrutamos del buen día que hacía, y con la información  sacada de 
   
la red, sobre los sitios que se deben visitar en Rascafría, un pueblo pequeño y que ha sabido adaptarse a la atracción turística que supone su enclavamiento natural.  Sin olvidarnos de la obligada visita a la fábrica de chocolate, un lugar de perdición para los golosos.                                                                                                     A estas horas ya va llegando el momento de atacar los platos del restaurante, que resultaron ser de todo menos ligeros, y sobre todo, plenamente recomendables. El caso es que una vez cumplida la misión sobre el mantel, nos decidimos por dirigirnos otra vez al aparcamiento de El Paular y acercarnos a la Presillas para bajar la comida y redondear la jornada.
     El camino es fácil y aunque había bastante gente, se podía admirar la belleza del lugar, ya que imaginamos que en verano debe estar con overbooking total. El agua baja limpia y cristalina, y bastante fresquita. Después de pasear un poco por allí, vuelta por el camino hasta cruzar en sentido inverso el Puente del Perdón, otro vistazo a las ovejas negras que pastan tranquilamente y al coche, no sin apuntar en la agenda otra salida para ir hasta la Cascada del Purgatorio. Pero eso será otro día.

miércoles, 28 de febrero de 2018

Media Bola

     12 de Febrero, Lunes, vamos a ver si la Bola del Mundo sigue en su sitio. Cuando empecé la plantificación de hoy, el objetivo era subir a la Bola y continuar hasta la Maliciosa, según fui comprobando la previsión meteorológica, la idea se recortó hasta quedar en subir a la Bola. Al final, ni eso.
     Tiempo peor de lo previsto. Mucho más viento del esperado y parece que no abren las nubes. Bueno, hay que intentarlo.
     Poca gente, como esperaba, pero de ahí a ser el único que me bajo en la Puerto, extraña sensación, parece que no existe nadie más en el mundo, sensación rara.
     Despliego los bastones y empiezo la subida por detrás de la estación. Varios coches aparcados en la residencia del ejército. Llego al principio de la subida hacia la Venta Arias, por debajo del antiguo remonte y es hora de calzarse las raquetas y empezar a subir de verdad. Esta pequeña subida es corta pero la inclinación pronunciada.
     Al llegar a la escalera posterior de la Escuela de Esquí, está cubierta hasta la mitad por la nieve, hay bastante nieve en general.
     Hay que quitarse las raquetas para subir por la carretera hasta la Venta Arias y cruzando con cuidado, no se ve un pimiento por la niebla, vuelvo a calzarlas delante de las taquillas de acceso a las pistas, no hay mucha gente pero algún valiente queda, además hay
pocos remontes abiertos, el viento sopla con muchas ganas. Vamos allá
     Tras una mirada al termómetro exterior del bar, que sólo hace confirmar el frío que hace,  me dirijo hacia el camino de subida a la Bola.
     En la entrada me cruzo con la única persona que veo, buff creo que no va a ser fácil, y al preguntarle me indica que no pudo subir, a medio camino tuvo que dar la vuelta por el viento excesivo.
     Como moral no falta, allá voy dispuesto a llegar hasta donde pueda, pero sin hacer tonterías, A los pocos metros observo que hay un grupo de tres valientes que también se aventuran en el intento. No está fácil hoy el camino, cuando empiezas a perder el abrigo de la misma montaña el viento se hace notar cada vez más. Camino para sufrir hoy, entre la nieve que cae y la que arrastra el viento. Pero sigo.
     Continúo y el grupo de atrás también. Al llegar a la primera curva hacia la derecha, el viento ya es algo más que una molestia, hay que pelear también contra él. Además en esta parte el camino está completamente borrado por una gruesa capa de nieve polvo que hace difícil avanzar, pues cede bajo los pies y unido al viento que sopla, hace perder el equilibrio con facilidad, aún así sigo avanzando. Poco a poco supero esta zona, y al volverme veo que los compañeros de camino se han dado la vuelta y regresan por donde subieron, la verdad es que cada vez sopla mas fuerte. Veremos.
     Sigo subiendo por donde creo debe estar el camino, ya que hay una capa de nieve que ha borrado ya el camino y me oriento por el talud que forman las plantas que delimitan el borde de la senda. Intento ver hasta donde me es posible llegar pero cuando el viento casi me tira un par de veces,
decido que es hora de dar la vuelta, no es cuestión de complicar un día de diversión con una caída tonta que puede tener consecuencias poco agradables. Con cuidado doy la vuelta y empiezo a desandar el camino.
     El viento sopla con tanta fuerza y arrastra tanta nieve que las huellas que dejé al subir hace un momento, han desaparecido, parece que nadie hubiera pasado por allí en mucho tiempo, pero acabo de pasar yo hace unos minutos.
     Con cuidado bajo, ahora el viento sopla de frente y la nieve se clava en la cara.
     Al llegar al inicio del camino encuentro una pareja calzándose las raquetas y les comento como está el camino, se quedan
pensando si intentarlo o buscar una ruta alternativa. Yo sigo hacia abajo. Continúo hasta llegar al antiguo remonte que ascendía desde la estación del puerto y al parar para ponerme las raquetas, veo las huellas de un habitante de esta zona, que ha estado paseando por aquí antes de que llegar yo. Bajo hasta le estación del puerto, ahora nieva ya con más intensidad, y en el vestíbulo de la estación puedo ponerme ropa seca y comer algo, aunque en esta ocasión debe ser frío, no hay tiempo de tomar nada caliente si quiero coger el primer tren de vuelta. Hoy no acompañó el día, elegí mal la ruta, seguramente en la zona de Cotos, más resguardada del viento, el camino habría sido más fácil. Otra vez será. 

sábado, 24 de febrero de 2018

Por fin la nieve

     Por fin la nieve. Después de tres intentos fallidos de subir a pisar nieve, ya toca. El día espléndido entre estas borrascas que nos barren día sí, día también.
     Como es habitual, punto de partida, estación de Cercedilla, subida en tren hasta Cotos y desde allí a caminar.
     Hoy toca estrena un nuevo juguete. Regalo de Reyes. El nuevo GPS para no perderme. De momento debo aprender a usarlo, que aunque ya he utilizado las apps para el móvil, esto tiene más chicha y quiero sacarle todo el jugo, así que de momento lo pruebo con rutas conocidas y aprendo a grabar mis propios tracks.
     Tras contrastar al información del estado de la nieve en la zona del Zabala, con las chicas del Centro de Interpretación, decido dirigirme alli y a ver como se da el día, llevo mucho tiempo sin hacer nada y creo que eso lo notaré.


     Como esperaba y deseaba, hay bastante nieve acumulada, y tal y como me dijeron en el Centro de interpretación el hielo es prácticamente continuo en el camino, hay algún valiente o insensato que sube sin calzado apropiado, pero la mayoría subimos con esquís, raquetas o crampones.
     Al ser día laborable la afluencia de visitantes es menor y eso posibilita disfrutar mejor del entorno.
     La subida hasta el Mirador de la Gitana es cómoda aún en este tiempo y se disfruta de ella. Al llegar aquí, ya es hora de calzarse las raquetas y continuar subiendo, en las zonas de sombra el hielo es duro y dificulta la marcha.  La ruta está sin aglomeraciones y se puede saborear el paisaje con tranquilidad, a la vez que tomo resuello. Sigo la senda marcada en la nieve por otros "ruteros" que difiere bastante de la marcada por el gps, pero al estar todo nevado y con una buena capa de nieve entiendo que no atenta contra la flora del lugar. Lo malo de esto es que el primero que subió y marcó el camino, lo hizo "todo tieso", y en la última parte de la subida hasta la bifurcación del camino, la rampa es pronunciada.  Me cuesta pero merece la pena.
     Al llegar a este punto, dejo la subida y entro en la senda que suavemente te lleva hasta el refugio.


     Aquí recuerdo que en verano se ven los carteles advirtiendo de no salirse del camino para no deteriorar el entorno. Ahora el camino lo haces tú. Hasta que encuentro un agujero en la capa de nieve que coincide con uno de los arroyos que cruzan esta zona y que disponen de puentes de madera para cruzarlos. Ando con cuidado de no meter el pie donde no deba y llego a mi destino.

      Hoy hemos coincidido en esta meta varios "peregrinos", el entorno está poblado y busco un lugar para comer. Una vez acomodado doy cuenta del menú, y mientras, aprovecho para hacerme una infusión de té con nieve virgen (un capricho que me doy), y que sirve para calentar la tripas.
     A estas alturas la zona empieza a tener overbooking. Ha llegado una excursión colegial con dos profes que intentan tener al rebaño controlado, aunque con la edad que aparentan (14-15 años) es tarea complicada.
     Esto es lo peor que tiene nuestra Sierra, la facilidad de acceso, que da pié a la creencia de que es como ir al Parque del Retiro. No se la toma con la seriedad que merece y no se tiene en cuenta la fragilidad de su ecosistema.  No lo digo por las excursiones en sí, sino porque la gente sólo ve campo, sin pararse a valorarlo muchas veces como se merece.
     Bueno una vez recogido todo y con los desperdicios en una bolsa, empiezo el regreso. Repito a la inversa el camino de subida, y llego a la explanada del inicio, junto a la parada de bus. Allí parece que se han concentrado todos los niños del mundo. Hay una invasión de pequeños riendo y gritando, disfrutando, en el sitio adecuado, de trineos nieve y demás.
     Hoy fué jornada más corta de lo previsto, lo que me alegra, pues no invertí en la subida mucho más del tiempo estimado en las indicaciones del camino. Vuelta a casa y a pensar en la próxima.


domingo, 17 de septiembre de 2017

Dormir en el Zabala

          13 de Septiembre. Un día más en el calendario, ni finde ni fiesta ni nada especial. Un día perfecto para no encontrar overbooking en el  Zabala.  Tiempo espléndido, temperatura tirando ligeramente a calurosa y despejado. Llevaba tiempo con la idea de hacerme una rutas con pernoctación en el refugio.
          Una vez más en el tren a Cotos, punto de partida habitual de mis rutas.
          Tras pasar por el Centro de Interpretación de la Comunidad, y dejar (y pedir) información sobre la ruta que pensaba realizar, inicio el ascenso.


          El camino ya conocido en la primera parte de subida hasta el Mirador de la Gitana y más tarde, tras coger agua en la fuente Cedrón, hasta el puesto de Vigilancia en la zona baja de la Laguna,  allí continúo subiendo de frente, cruzando el Arroyo de la Laguna, por el camino hacia la Laguna de los Pájaros. Subida no demasiado abrupta. Con el día tan despejado, se disfrutan unas vistas espectaculares de toda la vertiente Madrileña.

Poca gente y ningún bullicio, lo que hace la subida más agradable. A pesar de que la subida no es dura, pero debido a mi falta de forma física, debo para de vez en cuando para tomar resuello y llevarme algún recuerdo fotográfico del lugar.  Un poco antes de acabar la subida, escojo un recodo a resguardo del vientecillo y doy cuenta de alguna de las viandas que me acompañan hoy, lamentablemente alguna finaliza su viaje en este momento. 
          Después de esto, sigo la subida pasando y admirando las Cinco Lagunas, que dan origen al Arroyo de Peñalara, seguir la subida hacia la Laguna de los Claveles con su Arroyo de la Pedriza y por fin, llegar a la Laguna de los Pájaros, con el arroyo del mismo nombre. 
          Si las vistas durante la subida son bonitas,  la imagen de la Laguna, como un espejo sobre el suelo, es espectacular, simplemente me deja sin palabras.  La imagen del Macizo reflejado en la superficie del agua, sin un rizo ni alteración, es maravillosa. Recuerda las postales suizas de los grandes lagos y montañas alrededor.. Desde luego si me tengo que perder, que sea aquí, sin ruidos ni alteraciones. Merece la pena el esfuerzo de la subida.
          Me gustaría quedarme más, pero me queda regresar al refugio, subiendo el macizo desde este punto por el Pico de los Claveles.
          Inicio la subida dejando atrás la laguna, dispuesto a llegar a lo más alto del territorio madrileño.  En el Centro de Interpretación, me confirmaron que el paso por el Risco de los Claveles tiene una pequeña dificultad técnica, por lo que tenía decidido rodearlo y continuar hasta el alto de Peñalara. Con esta idea subo, pero por desconocimiento del camino, terminé rodeando el Pico de los Pájaros y el Risco de los Claveles, aunque debo decir que el rodeo que dí creo que tuvo tanta dificultad técnica, como debe tener el Risco (según me comentaron).
          El caso es que así lo hice, dejando para otra ocasión, el ascenso por los dos picos,
          Las vistas del lado Segoviano, desde luego no desmerecen, en absoluto las que disfruté por la mañana. Es más, desde aquí tuve la oportunidad de ver volar un águila desde arriba. Algo que sólo había visto en televisión. Otra cosa que me llamó  la atención es la cantidad de insectos (las conozco como mariquitas) que encontré en una parte del camino, hasta el punto que era imposible poner el pie en el suelo sin pisar alguna, pido mil perdones a la madre naturaleza por esto, pero fue del todo inevitable.
          Tras un rato de trepar como una cabra, al fin llegué a enlazar con el camino hacia la cumbre, desde este punto ya pude continuar andando para llegar a otear desde lo más alto todo el territorio a mi alrededor, y desde aquí empezar el descenso hacia las dos Hermanas tras pasar por el monolito y ver alguno de los refugios vivac que hay diseminados por la zona.  Un poco antes de pisar la cumbre de la Hermana mayor, me desvío para bajar hacia el refugio.
          Como ya dije al principio, era un día propicio para no encontrármelo con el cartel de "aforo completo", pero nunca se sabe. El caso es que según avanzaba por la planicie que da acceso al refugio, vi gente en el mismo. Eran un trío de jóvenes fumando algo con sustancia, a juzgar por el aroma que había, y que desalojaron cuando vieron que me dirigía allí.
          Bueno, cansado como un burro, pero feliz como nadie, estaba en el refugio, temperatura agradable, pero un aire que molestaba un poco más de la cuenta, toca sacar algo de ropa y sin problema. Disfruto de una taza de té sentado en la entrada del Zabala y admiro el sol ascendiendo por la ladera, dejando paso al reino nocturno.  Aquí, a esta horas no queda mucho más que hacer, sino preparar la cena y estirar el saco para dormir.
          El refugio no es un hotel de cinco estrellas precisamente, pero ofrece la comodidad suficiente para la gente de montaña. Cuando ya estaba medio dormido, me despertaron una voces del exterior y al abrir, impresionaban con los frontales, y un perro que llevaba un collar luminoso. Llegaban con la idea de pernoctar allí, peor no conocían el refugio, ya que al abrir, y verlo comentaron que era pequeño, el caso es que dado que ellos eran tres mas un perro y yo cuatro, decidieron hacer vivac y pasaron la noche fuera del refugio.
           A la mañana siguiente, el despertar fue agradable a pesar del madrugón, eran las siete y media cuando sonó el reloj y saqué los brazos del saco, por cierto de nota (el regalo de mi cumple funciona de maravilla, con sus -30º de temperatura extrema pasé hasta calor) me vestí y salí a admirar el amanecer que tantas veces había imaginado.  Inversamente a la noche anterior, la luz fue inundando todo el valle, bajando por la ladera opuesta a donde desaparecía hacia una horas. Al girarme hacia la parte trasera del refugio, me llevé otra grata sorpresa, había unas cabras pastando las pocas hierbas que aquí crecen. Sabía que existían pero nunca las había llegado a ver. Simplemente precioso.
          Aunque sea una estancia rústica, el olor de un café aunque sea de sobre, es reconfortante. Tras desayunar y recoger todo (y como siempre meter en bolsa los desperdicios) empiezo a bajar hacia la Laguna Grande para coger el camino hasta el arroyo y descender por el camino de subida del día anterior. Otra vez parada en la fuente Cedrón para coger algo de agua y lavarme la cara. y continuar el descenso hacia el Centro de Interpretación para decirles que ya bajo sin novedad, llevarme agua de las fuentes del Cotos y coger el tren de vuelta a casa. Balance inmejorable para una excursión deseada hace tiempo, y tranquilizar a la family. Que eso de dormir ahí arriba lo tenían un poco de yuyu.