domingo, 17 de septiembre de 2017

Dormir en el Zabala

          13 de Septiembre. Un día más en el calendario, ni finde ni fiesta ni nada especial. Un día perfecto para no encontrar overbooking en el  Zabala.  Tiempo espléndido, temperatura tirando ligeramente a calurosa y despejado. Llevaba tiempo con la idea de hacerme una rutas con pernoctación en el refugio.
          Una vez más en el tren a Cotos, punto de partida habitual de mis rutas.
          Tras pasar por el Centro de Interpretación de la Comunidad, y dejar (y pedir) información sobre la ruta que pensaba realizar, inicio el ascenso.


          El camino ya conocido en la primera parte de subida hasta el Mirador de la Gitana y más tarde, tras coger agua en la fuente Cedrón, hasta el puesto de Vigilancia en la zona baja de la Laguna,  allí continúo subiendo de frente, cruzando el Arroyo de la Laguna, por el camino hacia la Laguna de los Pájaros. Subida no demasiado abrupta. Con el día tan despejado, se disfrutan unas vistas espectaculares de toda la vertiente Madrileña.

Poca gente y ningún bullicio, lo que hace la subida más agradable. A pesar de que la subida no es dura, pero debido a mi falta de forma física, debo para de vez en cuando para tomar resuello y llevarme algún recuerdo fotográfico del lugar.  Un poco antes de acabar la subida, escojo un recodo a resguardo del vientecillo y doy cuenta de alguna de las viandas que me acompañan hoy, lamentablemente alguna finaliza su viaje en este momento. 
          Después de esto, sigo la subida pasando y admirando las Cinco Lagunas, que dan origen al Arroyo de Peñalara, seguir la subida hacia la Laguna de los Claveles con su Arroyo de la Pedriza y por fin, llegar a la Laguna de los Pájaros, con el arroyo del mismo nombre. 
          Si las vistas durante la subida son bonitas,  la imagen de la Laguna, como un espejo sobre el suelo, es espectacular, simplemente me deja sin palabras.  La imagen del Macizo reflejado en la superficie del agua, sin un rizo ni alteración, es maravillosa. Recuerda las postales suizas de los grandes lagos y montañas alrededor.. Desde luego si me tengo que perder, que sea aquí, sin ruidos ni alteraciones. Merece la pena el esfuerzo de la subida.
          Me gustaría quedarme más, pero me queda regresar al refugio, subiendo el macizo desde este punto por el Pico de los Claveles.
          Inicio la subida dejando atrás la laguna, dispuesto a llegar a lo más alto del territorio madrileño.  En el Centro de Interpretación, me confirmaron que el paso por el Risco de los Claveles tiene una pequeña dificultad técnica, por lo que tenía decidido rodearlo y continuar hasta el alto de Peñalara. Con esta idea subo, pero por desconocimiento del camino, terminé rodeando el Pico de los Pájaros y el Risco de los Claveles, aunque debo decir que el rodeo que dí creo que tuvo tanta dificultad técnica, como debe tener el Risco (según me comentaron).
          El caso es que así lo hice, dejando para otra ocasión, el ascenso por los dos picos,
          Las vistas del lado Segoviano, desde luego no desmerecen, en absoluto las que disfruté por la mañana. Es más, desde aquí tuve la oportunidad de ver volar un águila desde arriba. Algo que sólo había visto en televisión. Otra cosa que me llamó  la atención es la cantidad de insectos (las conozco como mariquitas) que encontré en una parte del camino, hasta el punto que era imposible poner el pie en el suelo sin pisar alguna, pido mil perdones a la madre naturaleza por esto, pero fue del todo inevitable.
          Tras un rato de trepar como una cabra, al fin llegué a enlazar con el camino hacia la cumbre, desde este punto ya pude continuar andando para llegar a otear desde lo más alto todo el territorio a mi alrededor, y desde aquí empezar el descenso hacia las dos Hermanas tras pasar por el monolito y ver alguno de los refugios vivac que hay diseminados por la zona.  Un poco antes de pisar la cumbre de la Hermana mayor, me desvío para bajar hacia el refugio.
          Como ya dije al principio, era un día propicio para no encontrármelo con el cartel de "aforo completo", pero nunca se sabe. El caso es que según avanzaba por la planicie que da acceso al refugio, vi gente en el mismo. Eran un trío de jóvenes fumando algo con sustancia, a juzgar por el aroma que había, y que desalojaron cuando vieron que me dirigía allí.
          Bueno, cansado como un burro, pero feliz como nadie, estaba en el refugio, temperatura agradable, pero un aire que molestaba un poco más de la cuenta, toca sacar algo de ropa y sin problema. Disfruto de una taza de té sentado en la entrada del Zabala y admiro el sol ascendiendo por la ladera, dejando paso al reino nocturno.  Aquí, a esta horas no queda mucho más que hacer, sino preparar la cena y estirar el saco para dormir.
          El refugio no es un hotel de cinco estrellas precisamente, pero ofrece la comodidad suficiente para la gente de montaña. Cuando ya estaba medio dormido, me despertaron una voces del exterior y al abrir, impresionaban con los frontales, y un perro que llevaba un collar luminoso. Llegaban con la idea de pernoctar allí, peor no conocían el refugio, ya que al abrir, y verlo comentaron que era pequeño, el caso es que dado que ellos eran tres mas un perro y yo cuatro, decidieron hacer vivac y pasaron la noche fuera del refugio.
           A la mañana siguiente, el despertar fue agradable a pesar del madrugón, eran las siete y media cuando sonó el reloj y saqué los brazos del saco, por cierto de nota (el regalo de mi cumple funciona de maravilla, con sus -30º de temperatura extrema pasé hasta calor) me vestí y salí a admirar el amanecer que tantas veces había imaginado.  Inversamente a la noche anterior, la luz fue inundando todo el valle, bajando por la ladera opuesta a donde desaparecía hacia una horas. Al girarme hacia la parte trasera del refugio, me llevé otra grata sorpresa, había unas cabras pastando las pocas hierbas que aquí crecen. Sabía que existían pero nunca las había llegado a ver. Simplemente precioso.
          Aunque sea una estancia rústica, el olor de un café aunque sea de sobre, es reconfortante. Tras desayunar y recoger todo (y como siempre meter en bolsa los desperdicios) empiezo a bajar hacia la Laguna Grande para coger el camino hasta el arroyo y descender por el camino de subida del día anterior. Otra vez parada en la fuente Cedrón para coger algo de agua y lavarme la cara. y continuar el descenso hacia el Centro de Interpretación para decirles que ya bajo sin novedad, llevarme agua de las fuentes del Cotos y coger el tren de vuelta a casa. Balance inmejorable para una excursión deseada hace tiempo, y tranquilizar a la family. Que eso de dormir ahí arriba lo tenían un poco de yuyu.
         
                                                                                                       

martes, 8 de agosto de 2017

La Maliciosa

     Día 28 de julio. Cambio de planes de última hora. No hay tren a Cotos. Plan "B".
     Zona de despegue: La Barranca.
     Destino: La Maliciosa-La Bola- Emburriaderos-La Barranca.

     Pinta muy bien la jornada.

     Además hoy toca estrenar botas
     Mis veteranas botas, ya calan. Así pues se quedarán para las salidas veraniegas "en seco" y por mi cumple me regalaron estas. Prometen ser impermeables y suaves con mis pies, La verdad es que los ratos que las tuve puestas en casa y paseando al perro cumplieron de maravilla con el apartado de comodidad.

     Pero bueno, una vez detallado el tema calzado, vayamos a la ruta.

     Una vez en el parking de La Barranca, inicio el camino por la pista de tierra, se respira una tranquilidad maravillosa y se puede disfrutar de unas bonitas imágenes con el reflejo del sol sobre el embalse del ejército del aire. Los patos van a su aire y no se preocupan de nada si no les importunamos.

     El camino aquí es súmamente cómodo. La pista es buena, (sólo circulan los coches autorizados), la sombra de los pinos lo hace agradable y fresco, los ciclistas que pasan pueden circular sin problema y los demás usuarios del camino en esta época, tampoco se molestan mucho.

     Miran con curiosidad a los que pasamos e incluso se apartan cuando ven que se acerca una bicicleta por la zona de la pista en que ellas se encuentran. Aunque la verdad es que más arriba me salí yo del camino, pues se quedó un ternero a un lado de la pista, la vaca al otro, y otra vaca detrás con demasiado interés por mi persona, Opté por salir del camino y cederlas amablemente el paso.
   
     Bueno el caso es que el día empezó muy bien, seguí subiendo, pasando por la fuente de Mingo, con un chorrillo de agua escaso y continuando la ruta que marcaba el gps del móvil llegué a la Fuente de la Campanilla. Deliciosa agua, con un chorro importante y una temperatura como sólo se puede disfrutar en un manantial.

     A partir de aquí se empieza a empinar el camino, ya por una senda que según el gps me llevará a la maliciosa. Sigo subiendo y en un rato se acaba la protección solar de los pinos y toca probar el otro estreno, sombrero de ala ancha que me prometieron se seca rápido. Cumple a las mil maravillas. El caso es que ya empiezo a sufrir y las paradas son habituales para tomar resuello y para "robar" alguna imagen de las vistas que hay desde toda la subida, Se disfruta de una vista impresionante de los Riscos de la Maliciosa por un lado, y por el otro las Peñas de la Barranca. El caso es que es incomparable y me encanta disfrutar del silencio de la naturaleza. Como siempre una pareja de águilas vigilan el camino, y en este camino, me despisté con otro caminante que descendía medio corriendo y me salí de la ruta, lo que me hizo ascender un rato por una zona de piedras sueltas que me hizo sufrir un poco más. Me consolaba en mi sufrimiento un perro que subía con otros viajeros y también paraba para respirar. Aunque mi forma física no sea muy buena, la falta de aire a esta altura también debe influir.
   El caso es que tras subir y recolocar algún hito caído en el camino, llego al Collado del Piornal y desde aquí a La Maliciosa. Los últimos metros de subida también se notan pero cuando llego a los riscos del Peñotillo, todo el sufrimiento queda olvidado, La imagen es sencillamente inigualable.


     Aprovechando el sitio y la brisa, aprovecho para comer algo. Me llevo algún recuerdo más en la cámara y regreso por el camino para tomar la subida a La Bola.
     Aquí no hay más sombra que la que tú te das, y mientras subo, con las paradas pertinentes, recuerdo eso de "evitar realizar ejercicio en las horas centrales" pero o continúo o me meto debajo de una vaca, no hay mas opciones de encontrar sombra.
     Parece que a ellas no les afecta mucho el calor pues están tan panchas. y Sólo se alteran por una discusión doméstica que se salda con un mugido más alto y una embestida entre ellas sin consecuencias.
     Bueno pues ya en La Bola, disfruto de la sombra que proyecta el monolito del Vértice Geodésico, fotos de rigor, un trago y empieza el descenso por el camino que sube desde el Puerto de Navacerrada para abandonarlo tras las "eses" pronunciadas y dirigirme a Emburriaderos. Sigo las indicaciones del gps y la ruta marcada y me cruzo con otro paseante que me pregunta por el estado de la Fuente del Caño, a la que no llegué y continúo tranquilamente por el camino de la tubería. Al rato de andar por ella, bajo la sombra de los pinos nuevamente,  consulto el gps y me doy cuenta que me he pasado el desvío para bajar a La Barranca y, si no lo remedio, acabaré en Navacerrada . Media vuelta para buscar un camino indicado en el mapa que me haría coger la senda de descenso. Pero algo falla. Según el gps estoy en el lugar indicado pero el camino no está. Así pues ante al opción de seguir desandando el camino o bajar campo a través, opto por esto y bajo-deslizo-patino por la pendiente sembrada de pequeñas piñas, que parecen rodamientos bajo mis pies y hacen la bajada más emocionante de lo deseado. Al final llego a la pista ancha y se ablanda la ruta de nuevo. Me dirijo a La Campanilla para rellenar las botellas y refrescarme pues mis reservas de agua estaban en las últimas, hoy he sudado lo indecible.
   
     De aquí y tras llevarme provisión de agua para casa, camino para abajo pasando el parque de las tirolinas y llegando al parking. Lo dicho un día inolvidable, sudando como hacía mucho tiempo que no lo hacía, las botas ok, y yo satisfecho.


martes, 4 de abril de 2017

Zabala

     Hoy toca Zabala. Subir al guardián de piedra y comprobar como está.
Como siempre, empieza la jornada subiendo en el tren hasta Cotos. Desde allí por el camino hasta el Mirador de la Gitana, donde aprovechando el día magnífico, se disfruta de las vistas sin problema.
     Continuando por el camino y dejando atrás el cobertizo del depósito sigue la ruta con su ascensión, desde aquí las vistas son simplemente maravillosas y únicas.
 
     Aunque de vez en cuando haya alguna cosa que enturbia el paisaje. De verdad, que aunque sea materia orgánica biodegradable, no es su sitio. Insisto, todo lo que sube a la montaña debe bajar de ella. Si no está ahí, simplemente no debe quedarse.





     Supero la primera bifurcación, a la derecha continúa un camino hacia la Laguna Chica pasando por la Peña los Quesos. Sigo subiendo y tras unas pequeñas eses y superando la cota 2000 un poco más arriba y por fin dejo el camino de ascensión a la Hermana Menor, con sus pronunciadas eses y me desvío por la planicie hasta el refugio.
     El paseo por esta pradera es sencillamente delicioso. Atravesado por diversos arroyos, alfombrado de una vegetación blanda y esponjosa, hay que prestar especial atención y respetar al máximo el entorno y para ello es primordial no salirse del camino marcado.

      Una vez en el refugio, compruebo que lo último que leí, es cierto. Tiene arreglada la ventana (con su cristal intacto) la puerta en perfecto estado con la cerradura funcionando, y la estancia anexa cerrada a cal y canto, como debe ser por el uso que tiene, pero una lástima que en ella se encuentre la  chimenea, ya que seguro que en invierno se agradecería. De todas formas no deja de ser un hotel de cinco estrellas para montañeros, un poco justo si suben más de tres personas, eso         si. Pues yo sigo calculando que mas de tres no caben. De momento cuando suba, espero no tener overbooking.
     La verdad es que cuando me paro a verlo detalladamente,  impresiona su solidez. Su fuerte y tosca construcción pétrea infunde seguridad en este entorno. La tranquilidad que aquí te rodea, relaja el espíritu y anima a disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor.
     Después de un breve descanso y darle uso a la cámara, inicio el descenso por la parte de la laguna. Si la subida es deliciosa, la bajada es espectacular. Bajando con cuidado por la pendiente seminevada todavía, me sorprende el rumor de agua, el nacimiento del arroyo debajo de unas rocas, produce un sonido espectacular y delicioso, armonioso e irregular. Todo como sólo la naturaleza puede hacerlo.

     Siguiendo ya la ruta marcada desde la Laguna Grande hacia la entrada al valle, llegamos al puesto de los vigilantes. Si desde arriba las vistas son espectaculares, no pierden nada en la toma ascendente.

     Desde aquí sigo el Camino de la Laguna en sentido descendente hasta llegar al Mirador de la Gitana. Desde aquí otra vez por la pista hacia la zona de las pistas de trineos y el Centro de Interpretación. Un refrigerio en la terraza de Marcelino y al tren de regreso a casa. Otra jornada de enorme satisfacción a pesar de los sudores. Hasta la próxima.
   
   


sábado, 25 de marzo de 2017

Otra vez la Bola

     Bueno, pues eso, otra vez la Bola. A ver si sigue en el mismo sitio desde el pasado año. Ya tenía "mono" de subir y el día 24 de Febrero, por fin pudo ser.
     La verdad es que el día empezó un poco torcido, avería en el tren del Puerto. Tras los intentos del personal de RENFE y aguantar a un par de Yayos (de verdad que nunca entenderé a los Yayos impacientes, ellos que nos debían de dar clases de paciencia y comprensión. acaban con los nervios del más templado con sus comentarios e impertinencias, pero bueno) reanudamos el viaje y llegamos al Puerto de Navacerrada. En ese momento final de trayecto, pues el tren no subía a Cotos por acumulacíón de nieve.
     Con una hora de retraso, sobre los cálculos iniciales, empiezo a subir hacia el puerto. La subida por debajo del telesilla (ahora parado) es corta, pero se nota que no estoy en forma y cuesta.  De momento sin pisar casi nieve, y la poca que me encuentro prácticamente helada, cuidado, no hay que fiarse. Llego a la Venta Arias y cruzo la carretera para coger la subida a la Bola. Aquí si que hay nieve. Empiezo la subida y a los pocos metros decido ponerme ya las raquetas, la nieve está muy pisada y hace que los pies se resbalen en ella, al ceder ante el empuje de los pies. El tiempo estaba como de costumbre, niebla densa y a los pocos minutos despejado. Nada nuevo. Me cruzo con un grupo de estudiantes quinceañeros, todos muy preparados, con zapatillas de deporte, empapados hasta las rodillas y teléfono en mano haciendo fotos y con algún bolazo de nieve. Los dejo atrás y continúo por el camino, hasta el momento de girar a la izquierda y subir hacia la pista que me llevaría al repetidor de TV. En esta zona, sorpresa, me tengo que quitar las raquetas pues no hay nieve, toda la subida está pelada de nieve y subo con gran esfuerzo pisando tierra y piedras.


   Una vez estoy casi en al pista, me detengo un rato para tomar resuello y contemplar la diferencia del paisaje en la zona orientada al sur y la orientada al norte. Parece que hubieran colocado la nieve expresamente en una sola zona.
   Con el aliento recuperado, continúo con la subida por la pista, despacio (hoy me cuesta especialmente dar dos pasos seguidos, estoy desentrenado, pero no creía que tanto) y alternando zonas de nieve muy pisada, helada y zonas de hormigón. Poco a poco sigo y al llegar al telesilla me cruzo con otro grupo de estudiantes extranjeros, tan bien equipados como los anteriores. La verdad es que me pican en mi amor propio y aunque estoy extrañamente agotado, me empeño en seguir (si ellos han subido, no puedo quedarme a medias).
   Así pues con la raquetas calzadas otra vez, tiro p'arriba, aunque sea parando a resoplar cada poco. El tiempo seguía a su ritmo, tan pronto veía las antenas como me rodeaba una niebla tan densa que no alcanzaba a ver dos balizas de la pista seguidas. Esto, aunque suene a pesado, es un gran peligro aquí. Aún conociendo el terreno es fácil despistarse y convertir un día de diversión en una experiencia amarga, cuidado.
     Pero al fin después de una ascensión mucho más penosa de lo que esperaba llego a las antenas y doy fe de ello.

     Ahora ya sólo queda bajar tras saborear un poco el entorno, esta vez sin disfrutar de las vistas, por las condiciones que veis en la foto. Aire y frío aquí arriba. Mucho más que en al subida cuando el sol se colaba entre la nubes.
     La bajada se hace más cómoda, pero aún así sigo dándole vueltas al coco. Hoy estoy para el arrastre, pero como ahora cuesta menos la marcha me permite pensar un poco y caigo en al cuenta de mi cansancio excesivo.  Cuando paré en la subida para beber agua a proveché y me comí dos pastelitos de almendra de navidad. Dos bombas energéticas y me habían dado un respiro, y caigo en la cuenta de que como iba deprisa para no perder el primer tren hacia Cercedilla, apenas desayuné un café con leche y un trocito de bizcocho. A todas luces insuficiente para el esfuerzo. Pero bueno ahora que creo haber encontrado el origen de mis males, bajo lo más ligero que puedo para llegar a l a estación del Puerto y dar allí buena cuenta del jamón y el queso que llevo.
     Todos los días son buenos para aprender algo, igual que preparo la mochila, debo preparar mi cuerpo para los esfuerzos.  Sin gasolina no hay viaje.
     Bueno las cuatro de la tarde, estación de el Puerto de Navacerrada, me cambio de ropa y según va desapareciendo de la fiambrera el jamón y el queso, aparecen en mi organismo las fuerzas perdidas. Tras un café caliente, el tren hacia Cercedilla y luego el otro para casa. Hoy fue un día sufrido, pero muy satisfactorio. El próximo día, más.