domingo, 26 de mayo de 2013

Aprendamos a valorar los detalles

     Suele ocurrir que valoramos las cosas en su justa medida, precisamente cuando carecemos de ellas. Tenemos en nuestro día a día multitud de gestos que hacemos de forma mecánica o instintiva sin pararnos pensar cómo podríamos realizarla sin los medios que utilizamos en ese momento. Gestos como el de coger un vaso, subir a un escalón para alcanzar algo... vale, pero ¿y si el brazo o la mano están impedidos?, ¿y si resulta que un pie o pierna está fuera de juego?...  ayyy entonces pedimos ayuda y empezamos a pensar que inútiles somos, (cagüenlá si yo pudiera, no tendría que pedir ayuda), . Recibimos los consejos desinteresados de los que tenemos alrededor, "paciencia, que las cosas llevan su tiempo...", "no te preocupes, si en dos días ya estarás bien ...". Sí, eso está muy bien, los consejos son gratuitos, de buena fe, con el corazón... ¡pero es que son los mismos, igualitos, consejos que nosotros damos cuando no somos los afectados!, sólo que entonces no nos planteamos la posibilidad de estar con muletas, un brazo escayolado o similar, simplemente nos apiadamos profundamente del herido y le deseamos una pronta recuperación.
         Si más a menudo nos parasemos a reflexionar sobre tantas cosas y situaciones que nos pasan desapercibidas en nuestro entorno, si nos permitiéramos disfrutar de todo lo que nos rodea, y nos propusiéramos fijarnos en los pequeños detalles cotidianos, seguro que tendríamos una existencia mucho más placentera.
     En fin somos como somos y nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, mientras tanto paciencia y que la recuperación sea rápida.

sábado, 18 de mayo de 2013

Por fin

     Si, por fin, después de muchas ocasiones planificadas, por fin llegué a la cima de la Bola del Mundo. Podéis ver las fotos para comprobarlo, y os juro que estoy en todas, en unas delante y en otras detrás de la cámara, pero en todas.
3, 2, 1 listos para el despegue....
    
      La verdad que no se explicar muy bien el jugo que se le saca a un momento así  Después de penar para subir, al llegar arriba y darme el placer de admirar todo el paisaje, lo cierto es que se olvida el rato de la caminata. Se que hay mucha gente que esto no le produce ningún placer, ni frío ni calor, pero a mi me llena.

Lo siento, llegué tarde a la foto.
 
      Disfruto del camino admirando la plantas o los animales (pocos en esta ocasión) que pueda encontrar, haciendo fotos del paisaje según asciendo, simplemente escuchando el silencio o como en este caso el viento que soplaba de un lado y de otro. No se trata desde luego de vencer ala montaña como algunas veces he oído. Ni aquí ni en ninguna expedición de las de verdad, esas del Everest creo que se trate de vencer a nadie, más bien creo que se comparte con la montaña durante unos momentos, el paisaje, los animales el aire, en fin todo lo que hay ahí arriba, aunque para algunos sólo se trate de piedras y frío.


                                                                             Este es un compañero de viaje silencioso
   
     De todas formas lo bueno y malo de esta sierra que tenemos tan a mano, es precisamente eso, su cercanía, creo que por estar tan cerca hay muchos que no se la toman todo lo en serio que merece, es como de andar por casa, y eso se convierte en un maltrato continuo, porque de verdad cuando subo por ahí y me encuentro cosas como la de la foto, se que desde luego el responsable no es más que un dominguero.
Llevaba tiempo sin subir pero creo que no se trata de ninguna especie animal o vegetal nueva...
ESTO NO DEBERÍA ESTAR AQUÍ

     Bueno de todas formas no quiero ser pesado y en otra ocasión, os seguiré haciendo partícipes de mis experiencias por ahí arriba. Os dejo algunas imágenes de todo lo que vi y admiré desde ahí arriba. 

sábado, 11 de mayo de 2013

De verdad lo intento

     Aquí seguimos y lo primero, intentaré ser mas constante en esto de la escritura, la verdad motivos no faltan, pero el tiempo si que escasea un poco. Un refrán dice que "El hombre propone y Dios dispone", del que algunos hacemos una reinterpretación: "el hombre propone, Dios dispone y la mujer descompone". Hombre no voy a decir aquí que en mi caso sea mi cónyuge quien limita mis acciones, sino que estas se ven variadas por las responsabilidades que vamos asumiendo cada uno.
      Siempre pienso que el día tendría que tener al menos otras ocho horas para dedicarlas a esa serie de cosas que siempre tenemos pendientes, pero no es menos cierto que eso es como los trasteros si no lo tienes lo echas de menos, si tienes uno de 10 metros añoras uno mayor y si tienes uno grande al final esta lleno de cosas. Pues si el día tuviera 32 horas al final nos embarcaríamos en más actividades y al final, seguiríamos igual. También alguien dirá que lo importante es la organización, eso sin duda, pero os juro que aunque lo intento y quiera organizarme, siempre surge algo que trastoca toda la planificación. Os pondré un ejemplo, en la época en que vivía en la playa, hubo un verano en que sólo baje a la playa dos veces, y estas fueron a cenar a  un chiringuito. Estaba currando toda la semana, viendo a la gente en la playa y pensando en los días de descanso, pero cuando llegaban, uno de los nanos estaba con fiebre o similar. En fin, que siempre decíamos, bueno, el próximo descanso a la playa. Pero el siguiente era igual. Ahora me hace gracia pero de verdad que entonces no me hacia mucha.